jueves, 27 de mayo de 2010

Tendalero Marquínez y adoradores




Hacía un frío del carajo, las manos entumecidas en el disparador, afuera un calor tremendo, el sable de luz que entraba por la ventana como un pozo inverso donde la negrura es lo de fuera y el espacio lo de dentro, y por casualidad, quizá buscando el "ángulo de Chirico", aparecen los adoradores.

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