Y cuando andábamos agazapados por lo oscuro, resonando en el pecho las sensaciones del lugar, de lo sucedido, de lo presente, a la caza del instante en forma de foto, se alineó el sol por el ventanuco y una espontánea hada vino a calentarse las piernas revitalizando, de casualidad, el espacio que no muerto pero sí semiolvidado y latente.
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